jueves, 30 de septiembre de 2010

Arthur Penn y Tony Curtis




Mueren dos grandes del cine norteamericano: Arthur Penn (1922-2010) y Tony Curtis (1925-2010)

Hombre de la generación de la televisión, las películas de Penn tienen un costado áspero, exacerbado, intenso, crispado, sensible como una herida en carne viva, abierto al "aire de los tiempos". Era un liberal y un intelectual que supo tomar las enseñanzas del cine realista, introspectivo y lírico de Elia Kazan, pero también del cine europeo de los 50 y 60, así como del teatro del "realismo psicológico".

Era, sobre todo, un director de actores. Paul Newman en "El temerario", Patty Duke y Anne Bancroft en "Ana de los milagros", Marlon Brando en "La jauría humana", Dunaway y Beatty en "Bonnie y Clyde", Dustin Hoffman en "Pequeño gran hombre", Gene Hackman en "Secreto oculto en el mar", Jodi Thelen como Georgia en "4 amigos", tuvieron sus papeles más icónicos o emblemáticos. Algunos preferirán al Brando de Kazan, pero la paliza que recibe en "La jauría humana" en ese pueblo sureño tradicional y asfixiado por prejuicios, se ajusta perfectamente a la mitología sufriente y masoquista del actor, que queda potenciado por el rol.

Lo mismo ocurre con la sensualidad depredadora de Dunaway en "Bonnie y Clyde", o con el filón taciturno, desengañado, lánguido, de Hackman en "Secreto oculto en el mar", título con que se estrenó "Night Moves", uno de los "film noir" más logrados desde que Orson Welles resumió, exaltó, distorsionó y liquidó el ciclo "negro" con "Sombras del mal". Y Paul Newman, ese niño bonito torturado por pulsiones violentas, fue el Billy the Kid emblemático de la generación que cuestionó la autoridad paterna.

Pero además Penn, como Peckinpah, es un hombre que está entre dos épocas. Asiste a la agonía del sistema de estudios tradicional y de los géneros clásicos. Sin embargo, los toma para trabajar al interior de ellos, forzarlos, llevarlos hacia otros derroteros. El western exhibe las manías del "Método" en "El temerario" o reescribe la "Historia" de la Caballería y el genocidio de los nativos (encontrando un formidable antecedente en "Fuerte Apache", de John Ford), con el estilo de relato picaresco de "Pequeño gran hombre". Lo mismo hace en la vertiente gansteril del filme criminal, en "Bonnie y Clyde", aportando una violencia estilizada y un sustento erótico inéditos en el género.

Hay un lado iconoclasta en Penn, que reivindicó siempre una libertad a la europea en el seno de la industria. Una libertad que a veces lo llevaba por el lado del homenaje, del pastiche, de la cita, del guiño culto, de la mímesis. Es el filón menos logrado, menos auténtico de su cine: las películas en que rinde tributo al cine "artístico" europeo, a la "Nueva Ola", como "Mickey One" o "Déjennos vivir".

Tony Curtis no ponía la crispación en vitrina. Era relajado, entrañable, seductor, frívolo, experto en el arte de vivir bien, al menos en sus películas más célebres, es decir, las comedias y los filmes de aventuras de los años cincuenta. En "El hijo de Alí Baba", "El escudo negro", "La máscara púrpura", Curtis está suelto, ágil, divertido, jugando siempre a ese guiño de complicidad con el espectador que ignora cualquier tratado o ejercicio del Método. Es inolvidable su muerte en "El gran Houdini", así como es imposible separar su imagen de ese tratamiento del technicolor brillante e irrealista que sustenta la fascinación por la aventura.

Con Blake Edwards estuvo perfecto y apegado al mundo chispeante de alguien capaz de imaginar un submarino pintado de rosa, como en "Sirenas y tiburones". Comedias como "Un amor de otro mundo" ("Goodbye Charlie"), de Minnelli, y "El sexo y la joven soltera", tienen un ritmo frenético y alocado que le deben mucho a su flexibilidad corporal y su talento para el burlesco. Lo que se prueba en su trabajo con Billy Wilder. Hace pareja con Jack Lemmon en "Una Eva y dos Adanes", la madre de todas las comedias bisexuales, incluída "Víctor Victoria".

El trasvestismo, el simulacro, la ilusión, el truco, el engaño y el afeite no sólo lo convirtieron en Houdini, sino también en "El gran impostor", apareciendo en "La lista de Adrián Messenger" y modificando su rostro y estilo en la excepcional "El estrangulador de Boston", de Richard Fleischer, uno de los mejores y más olvidados directores de Hollywood, que lo dirigió también en "Los vikingos".

Y es que Curtis fue también un actor dramático formidable. Ahí están para probarlo "La mentira maldita" ("Sweet Smell Of Success"), "El estrangulador de Boston" o "El último magnate", dirigido por Kazan.

Para el niño que alguna vez fui, el Tony Curtis de "El escudo negro", "Los vikingos", "Espartaco" o "La carrera del siglo" encarnaba -junto con el Charlton Heston de "Los 10 mandamientos", "Ben Hur", "El Cid" y "55 días en Pekín"- lo mejor que podía dar el cine, es decir, la emoción de la aventura, la irrealidad de los colores y los espacios, la estilización fantástica del mundo, el entretenimiento puro. Ver el final de "El gran Houdini" en la pantalla del cine Tacna en la matiné de algún domingo lejano fue una emoción mayor que aún siento muy viva.

Ricardo Bedoya


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Ricardo
De Penn he visto: The Miracle Worker (2 veces: una en tv y otra en dvd), The Chase (3 veces: una en tv y 2 en dvd), Bonnie & Clyde (7 veces: 2 en tv, 1 en cine -festival en la Warner en UVK Larcomar- y 4 en Dvd), Little Big Man (2 veces: una en tv y otra en dvd), Night Moves (2 veces en dvd), The Missouri Breaks (3 veces en tv), Target (una vez en el fenecido cine Real) y Dead of Winter (2 veces: una en cine y otra en dvd). De las que has citado en tu comentario y que valen la pena ver me faltan: The Left Handed Gun y Four Friends.
En el caso de Tony Curtis me quedo corto, 130 películas es una filmografía contundente; me consuela saber que eres 15 años mayor que yo y que cuando viste El gran Houdini, aquella tarde de tu niñez en el cine Tacna yo aún no había nacido. Sin embargo, puedo citar visionadas en televisión y dvd: El gran impostor, Una Eva y dos Adanes, El estrangulador de Boston, La carrera del siglo y Espartaco.
Mi próximo objetivo: ver, en televisión, cable, dvd o internet, El gran Houdini.
Un cordial saludo.
Tomás Pérez de Viñaspre