miércoles, 30 de septiembre de 2009

Joe Dante y la 3D


En la edición 647, de julio-agosto de 2009, la revista francesa Cahiers du Cinéma trae un dossier sobre el cine en 3D. Hay un conjunto de atractivos textos, pero destaca una entrevista al director Joe Dante que está realizando una cinta, The Hole, que emplea la tecnología estereoscópica.

Entre otras cosas, Dante explica el motivo de la irritante pérdida de luminosidad de las imágenes que vemos con los lentes 3D.

Hablando de las experiencias de la tercera dimensión en los años ochenta, Dante dice: “…Era un problema especial de la 3D: necesitaba una pantalla plateada especial que tenía un costo suplementario para los exhibidores. Ese problema también ocurre hoy: existen dos sistemas concurrentes, uno que necesita una pantalla plateada y el otro que no la necesita, pero como el segundo es más comercial, tiende a convertirse en la norma (…)”

El costo de los anteojos también está trayendo problemas.

“Los estudios han pagado (el costo de los anteojos) pero ahora que el procedimiento tiene éxito les dicen a los exhibidores: “ahora les toca pagar a ustedes”, y los cines no aceptan. Tampoco quieren pagar la limpieza de los anteojos ya que al llenarse de grasa, funcionan mal. Además, en esta época de gripe porcina, nadie quiere ponerse los anteojos del precedente (…)"

"Por el momento, (la 3D) es una novedad y resulta cool ver una película en 3D. Pero antes (se refiere a los años 50 y a los 80), cuando desapareció el sistema, decíamos: Ya entendimos la 3D, pero ¿y qué? Es un poco aburrido ver un filme en 3D y eso pasó en las experiencias previas en las que el sistema fracasó. Que ese aburrimiento vuelva ahora dependerá menos de las películas que de su proyección. Si la imagen es demasiado sombría o desdoblada porque el sistema no está ajustado, el “¿y qué?” dominará. Los anteojos restan la mitad de la luminosidad de la pantalla. Cuando rodaba The Hole en Canadá vi 3D proyectada en salas con instalaciones malas (…) Había espectadores diciendo: no iré más (…)"

¿Todo se filmará en 3D en el futuro?

Dante opina: “No creo que todo deba convertirse a 3D. ¿Mi cena con André, de Louis Malle, será mejor en 3D? No lo sé. La 3D será tan inmersiva que el público se sentará en el mesa con André y tanto mejor por eso. ¿Pero en ese caso por qué no pasar al Odorama –sistema de proyección con olor- para sentir el aroma de los champiñones que comen? (…) Jeffrey Katzenberg suele decir que en el futuro todas las películas serán en 3D, pero yo creo que es una mala idea. No se puede comparar a la llegada del color o del sonido porque ni el color ni el sonido llegaron para irse dos veces (alude a los fracasos del sistema 3D en los años 50 y en los 80). Se quedaron porque el público aprendió a usarlos. Por supuesto, Avatar, de James Cameron, podrá cambiarlo todo. Si Avatar representa el “Segundo Retorno” del cine, como se predice, es posible que motive a los realizadores a emplear todos la 3D. Entonces vendrá la televisión en 3D (…) Pero, en cierto momento, si todo está en 3D, nada lo está, y luego vendrá el 4D y el 5D. Y luego se pedirá versiones de películas con finales alternativos y ese tipo de cosas. (…) Creo que la 3D pasará mejor en los juegos de vídeo que en los filmes."

El percutante Samuel Fuller


Apasionante artículo de Miguel Marías sobre Samuel Fuller en la revista Foco, que parece excelente. Habrá que seguirle la pista.

martes, 29 de septiembre de 2009

Los padres en el cine


El 15 de octubre empieza la tercera edición de una muestra de cine que se está convirtiendo en presencia habitual en el medio: Cine y Psicoanálisis.


Esta vez el tema es la representación cinematográfica de la paternidad y organizan la Filmoteca de la Pontificia Universidad Católica, la Sociedad Peruana de Psicoanálisis y el Centro Cultural de España. Las películas se verán entre el jueves 15 y el miércoles 21 de octubre del 2009 en las salas del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Sociedad Peruana de Psicoanálisis, el Centro Cultural de España, La Ventana Indiscreta de la Universidad de Lima, la Alianza Francesa de Miraflores, Cine y TV de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el Centro Cultural ADUNI-CECAD, el Cine Club del Banco Central de Reserva, Universidad Agraria de la Molina, la Universidad del Pacífico, Vichama - Centro de Arte y Cultura de Villa el Salvador, y en el Centro Cultural de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, el Instituto Nacional de Cultura de la Región San Martín y la Universidad Privada del Norte en Trujillo.


Se exhibirán las siguientes películas:

EL PIBE (The Kid) de Charles Chaplin
HABÍA UN PADRE (Chichi Ariki) de Yasuhiro Ozu
LADRONES DE BICICLETAS de Vittorio de Sica
PROVIDENCE de Alain Resnais
PADRE PADRONE de Paolo y Vittorio Taviani (en la foto)
GENTE COMO UNO (Ordinary People) de Robert Redford
UN LUGAR EN EL MUNDO de Adolfo Aristaráin
¿A QUIÉN AMA GILBERT GRAPE? de Lasse Hallström
COMER, BEBER, AMAR de Ang Lee.
CLAROSCURO (Shine) de Scott Hicks
CARÁCTER de Mike Van Diem
LA CELEBRACIÓN de Thomas Vinterberg
EL BOLA de Achero Mañas
JUNTOS (He ni zai yi qi) de Chen Kaige
CAMINO A LA PERDICIÓN de Sam Mendes
EL REGRESO de Andrey Zvagintsev
LAS LLAVES DE LA CASA de Gianni Amelio
EL ESPANTA TIBURONES de Vicky Jenson, Bibo Bergeron y Rob Letterman
EL NIÑO de Jean Pierre y Luc Dardenne
EL PAPÁ DE GIOVANNA de Pupi Avati
Diversos psicoanalistas comentarán las películas en fechas programadas.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Visita inesperada y El lector, una pasión secreta


Hay películas apreciables que se estrenan casi sin publicidad exhibiéndose en pocas salas y escasas funciones, opacadas por el relumbrón de las que cuentan con un buen presupuesto de lanzamiento. Es el caso de “Visita inesperada”, de Thomas McCarthy; y de “El lector, una pasión secreta”, de Stephen Daldry.


“Visita inesperada” es la típica película independiente norteamericana de estos tiempos. De apariencia económica y austera y con actores muy sólidos pero poco conocidos; abierta a tratar problemas sociales en debate que aborda con buenas intenciones y cálido humanismo; comprensiva y tolerante con los personajes y de perfil bajo en su estilo visual. La visita inesperada que indica el título es la de dos extranjeros, un sirio y una senegalesa, que irrumpen en el departamento neoyorquino de Walter Vale (el notable Richard Jenkins), profesor universitario de Economía, viudo reciente, víctima de la rutina y la molicie de su vida. Los visitantes son inmigrantes ilegales que lo sorprenden y alarman en una primera impresión, pero que terminan por remecerlo y despertar en él talentos nuevos y curiosidades olvidadas.




Ricardo Bedoya

La nación clandestina


En el ciclo dedicado al boliviano Jorge Sanjinés, este lunes 21, el cine club de la Universidad Cayetano Heredia pasa "La nación clandestina".

La función es a las 7 p.m. en Avenida Armendáriz 445, Miraflores. El ingreso es libre.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Opiniones encontradas


Puede resultar entretenido cotejar las opiniones sobre algunas películas presentadas en el Festival de Venecia. Sobre todo si son opiniones enfrentadas, como las de Carlos Boyero, periodista de El País, de España, y la de Manuel Yánez Murillo, colaborador de la página argentina Otros cines (http://www.otroscines.com)


Aquí están las discrepancias.

Sobre las últimas películas de Werner Herzog, Boyero dice:
“Comenzaba con "David Lynch presenta" y la consecuente ovación en la sala de sus infinitos devotos. Pero a continuación los títulos de crédito nos informaban de que el moderno inquietante sólo ejerce en este caso de productor, que lo que vamos a ver está dirigido por Werner Herzog. Los aplausos continúan. Por mi parte, constato la inminente llegada del mosqueo. Horas antes, la sección oficial ha exhibido otra película de Herzog, su visible aunque también prescindible remake de Teniente corrupto.

Es insólito que el mismo director compita con dos películas en el mismo festival. Y recuerdo aquel refrán tan castizo: "¿No quieres caldo? Pues toma dos tazas". Y me temo que dos Herzog en un día me provoquen una peligrosa indigestión. No me equivoco. Se titula My son, my son, what have ye done? Y a diferencia de las imaginables imposiciones de la producción en Bad lieutenant: port of call New Orleans para que la historia policiaca se entendiera mínimamente, aquí su libertario amigo Lynch debe de haberle ofrecido absoluta libertad creativa. El resultado es desastroso. Un desbarre importante centrado en la investigación policial y psicológica sobre un psicópata que acaba de degollar a su madre. Sus delirios y su esquizofrénica relación con el mundo están descritos de forma tan morosa como absurda, el desarreglo mental del personaje es similar al de su creador narrando la historia. Tengo sobredosis de Herzog para varios años.”


Sobre las mismas películas de Herzog, Yáñez Murillo, dice:

“El más brillante de estos filmes es The Bad Lieutenant…, la particular revisión/variación que acomete Herzog de la película Un maldito policía, que Abel Ferrara rodó en 1992. Espléndidamente protagonizada por uno de los peores actores del panorama actual, Nicolas Cage (cuyo incontenible histrionismo es hábilmente explotado por Herzog), la película sitúa su ámbito de acción en la Nueva Orleans post-huracán Katrina, convirtiendo la ciudad (sus calles, hoteles, casinos, suburbios y cementerios) en un agente narrativo primordial. En este escenario, Herzog lleva a cabo una disección alucinada de los códigos del cine policíaco. El denso y trepidante guión de William M. Finkelstein permite al director alemán aferrarse sin miedo a los pilares de la narrativa clásica y a los arquetipos del género negro (cerca, por ejemplo, del James Gray de Los dueños de la noche/We Own the Night). A la postre, son estos sólidos cimientos los que permiten a Herzog construir el truculento, eufórico y lisérgico universo por el que transita Terence McDonagh (Cage), un teniente de policía que se sume en el pozo de la drogadicción por culpa de un dolor de espalda crónico. La mano del director de Stroszek se deja ver en la exploración de la animalidad del personaje de Cage y en sus hilarantes brotes psicóticos, el más memorable de los cuales lleva al protagonista a exclamar “Shoot him again, his soul is still dancing!” (¡Dispárale otra vez, su alma todavía baila!), a lo que sigue un plano del “alma” en cuestión bailando break-dance. Finalmente, la diferencia más importante de la película de Herzog respecto a la de Ferrara es la ausencia del referente religioso que determinaba el declive y redención del teniente corrupto al que daba vida Harvey Keitel. En The Bad Lieutenant…, la redención llega de la mano del azar (una conclusión que recuerda a otro film de Ferrara, Go Go Tales) y tiene más que ver con el absurdo y caótico (des)orden social que con una regeneración espiritual, un cierre que pone de manifiesto la combinación de fina sátira y afilado cinismo que recorre todo el film.
Por su parte, My Son, My Son, What Have Ye Done (título de resonancias religiosas) se inspira en una historia real para relatar los acontecimientos que conducen hasta un dramático parricidio en un barrio residencial de San Diego. Planteada como un lúdico ejercicio sobre la dialéctica que forman lo absurdo y lo sublime, resulta clave advertir que la película cuenta con la participación de David Lynch como productor ejecutivo. Así, los desvaríos esquizoides del protagonista, Brad McCullum, interpretado por Michael Shannon, se cruzan con las atmósferas oníricas del universo-Lynch (que también aporta a la película una de sus actrices fetiche, la siempre inquietante Grace Zabriskie, la viejecita de INLAND EMPIRE). No sólo eso, el film también ahonda en la furia irracional que se oculta tras el aparente bienestar de la Norteamérica suburbial, un tema recurrente en la filmografía de Lynch.”

http://www.otroscines.com/festivales_detalle.php?idnota=3253&idsubseccion=73

Opinión de Boyero sobre el último filme de Jacques Rivette:

“El ya anciano Jacques Rivette, presencia fija y venerada en los festivales de cine, perpetra una renovada estupidez en la indescriptible 36 vues du Pic Saint Loup. Cuenta el encuentro de un viajero existencial con la gente de un circo que no tiene espectadores. Lo de que no vaya ni Dios a reírle las gracias a clowns intelectuales y acróbatas cutres es lo único que me parece coherente en el argumento. El resto lo ocupan discusiones metafísicas sobre los mecanismos de la risa, el ser y la nada, etcétera. Todo supone un despropósito aceptado pero seguro que esconde una metáfora o una alegoría. Ese notable actor italiano llamado Sergio Castellito intenta dotar de vida a su personaje, pero sus intentos son en vano. Está tan vacío como el resto de esta infame película.”

Sobre Rivette, dice Yáñez:

“De un recién llegado al panteón a un viejo habitante del olimpo de los dioses cinematográficos, Jacques Rivette, que en Venecia presentó 36 vues du Mont Saint Loup, una película menor dentro de su filmografía, pero de innegable encanto. El film sitúa su acción alrededor de una compañía de circo clásico (un anti-Cirque du Soleil) que ofrece su última gira, tras la muerte del fundador. En este contexto se produce el encuentro entre un misterioso hombre italiano que afirma no residir en ninguna parte (Sergio Castellitto) y una mujer que regresa a la compañía tras quince años alejada de las pistas de circo (la mítica Jane Birkin). Aquí, como en tantas otras obras de Rivette, el protagonista son tanto los hombres y mujeres de la función como el propio escenario. La dialéctica entre la realidad y la representación queda plasmada en la continua apelación al espectáculo circense y teatral, a la evocación (hablada) de la memoria. Sobre esta realidad, encriptada por un viejo y “estúpido accidente”, se desarrollará una trama sobre el cortejo romántico y la superación del trauma -algo más esquemática de lo que suele ser habitual en Rivette, seguramente debido a la sorprendentemente corta duración del filme (84 minutos)-. Por su parte, las funciones de circo, con todo aquello que las rodea (el previo, el post, entre bambalinas…), irán tejiendo una trama autorreflexiva sobre la complejidad oculta tras el arte más aparentemente rudimentario y artesanal. 36 vues... vibra al son de la declamación, la pantomima y el gesto ritualizado, construyendo un relato crepuscular y espectral, en el que los vivos les hablan a los muertos (en el cementerio o en el escenario) para liberarse de sus pesadas sombras.” http://www.otroscines.com/festivales_detalle.php?idnota=3253&idsubseccion=73

Boyero sobre Michael Moore :

"Ha titulado su inaplazable ajuste de cuentas Capitalism: a love story, y en él consigue que te rías con su brillante sarcasmo sobre los tiburones financieros, pero también aterrorizarte al comprobar de lo que son éstos capaces para beneficiarse y mantener el intolerable estado de las cosas, su hermandad con la mayoría de la clase política, la impunidad que consiente la ley a la alta delincuencia, la salvaje factura que deben de pagar los débiles por los desmanes de los fuertes.

Moore comienza haciendo un lúcido paralelismo entre el esplendor y decadencia del Imperio Romano y la historia de su todopoderoso país. A partir de ahí planta sus temibles cámaras y micrófonos en los atroces testimonios de las víctimas potenciales de los abusos del sistema capitalista, de la sufrida gente común, e intenta en vano que los jerarcas de Wall Street ofrezcan explicaciones de los criminales mecanismos que han generado el desastre. A falta lógicamente de lo segundo, tira de archivo, de indagación, de datos, de estadísticas, de imágenes reveladoras, de provocación a los sibilinos toros para ver si le entran al trapo, para hacer un retrato demoledor del disfrazado esclavismo que ejerce el gran capital sobre las clases medias y bajas, su desvergüenza para perpetuar el saqueo, su colocación estratégica en el poder político de los peones que les van a permitir robar hasta el delirio a costa del sufrimiento de la mayoría. No lo cuenta el viejo Marx aunque su inteligencia lo anticipara, sino que las repugnantes evidencias están demostrando la eterna perversión del sistema. Moore siempre posee tendencia a la manipulación y a la pincelada gruesa, pero esos molestos tics no anulan su brillantez expositiva ni la veracidad de lo que cuenta.”

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Michael/Moore/disecciona/monstruo/elpepicul/20090907elpepicul_4/Tes

Yáñez sobre Moore:

“Y, finalmente, llegó Michael Moore dispuesto a golpear conciencias y sensibilidades con su documental Capitalism: A Love Story, donde, tras una superficial aproximación a las raíces del modelo socio-económico liberal norteamericano, centra su mirada en la actual pauperización del país. El principal problema de Moore es que el equilibrio que durante un tiempo -hasta Bowling for Columbine- dio vigor a su cine se ha ido desintegrando: el espectáculo emotivo-pirotécnico y el sensacionalismo le han ido ganando terreno a la información y el agit-prop. Basta comparar el estupendo videoclip de Sleep Now in the Fire de Rage Against de Machine (dirigido por Moore) con Capitalism… para entender los puntos flacos de este narcisista realizador. Además, Moore parece haber perdido el ingenio que caracterizaba su vis cómica. Doblar a Jesucristo como si se tratara de un empresario y a la protagonista del spot televisivo de una agencia de crédito como si fuera Vito Corleone tiene más bien poca gracia.En Capitalism…, Michael Moore convierte la compleja crisis del sistema económico actual en un simplista enfrentamiento entre el capitalismo y la democracia.”

Sobre “Entre dos mundos”, de Vimukthi Jayasundara, dice Boyero:

“La película de Sri Lanka Ahasin wetei sigue los pasos de un urbanita amargado que decide recluirse en la vida campestre y está haciendo cabriolas en pelotas por los bosques durante 80 minutos.” http://www.elpais.com/articulo/cultura/Soderbergh/alivia/cine/oriental/indigerible/elpepicul/20090908elpepicul_5/Tes

El entusiasmo de Yáñez sobre la misma película:

“Aunque para descubrimientos (aunque sería más correcto hablar de ratificación), ninguno como el de Vimukthi Jayasundara, un nombre que deberemos aprender a pronunciar con soltura y alegría, ya que será el de uno de los grandes autores de los próximos años. Tras alzarse con la Cámara de Oro del Festival de Cannes en 2005 por la magnífica The Forsaken Land, Between Two Worlds confirma a Jayasundara, nacido en Sri Lanka, como una voz única del panorama fílmico mundial
¿Cómo defender esta aventurada afirmación? No resulta una cuestión trivial. Más allá del poderoso simbolismo y la radical libertad que propone el cine de Jayasundara, su trabajo remite a una dimensión monumental difícil de evocar en palabras. Se trata de un cine que nace de la furia histórica (la memoria de la guerra civil que ha azotado Sri Lanka durante décadas), se alimenta de la cultura popular (el folklore y la mitología) y aspira a habitar el más valioso territorio del arte (junto a la felicidad): el misterio. Resulta casi absurdo, aunque necesario, esbozar una sinopsis de una película que se resiste a ser contada, porque debe ser vivida. Un joven cae del cielo; asiste a una revuelta urbana que llena las calles de televisores hechos añicos; busca el amor de camino al campo y lo pierde; llega a las montañas en busca de su familia, pero de repente se descubre convertido en un príncipe perseguido por unas fuerzas represoras que tienen aterrorizada a la población.

Trabajando sobre extensos y parsimoniosos planos-secuencia, Jayasundara plantea un juego narrativo que sigue el lema del “todo es posible”. Así, el director se convierte en el poderoso demiurgo de un fascinante y arborescente universo mágico, pero al mismo tiempo el espectador puede elegir cuál de las múltiples sendas narrativas abiertas desea transitar (lo ideal es no cerrar ninguna puerta). Es una narrativa flotante (anti-cronológica), en contante fuga, nunca definitiva -cada plano puede reafirmar/variar/refutar el anterior- y sin embargo, siempre constructiva -como en el cine de Lynch, los bucles nunca devuelven al mismo lugar-. Es Between Two Worlds una película caótica, hostil, fantástica, esotérica, exótica y fervorosamente sensual. En su fortaleza conceptual, el film remite al cine de Apichatpong Weerasethakul o al mejor Elia Suleiman; en su vocación multidisciplinar, recuerda a la obra de Garin Nugroho; y en su capacidad para manejar la energía de una comunidad (rural), evoca una de las mayores virtudes de Naomi Kawase. En una de las mejores secuencias, una mujer extrae leche de uno de sus pechos y limpia el ojo infectado del joven protagonista ¿Es la vida que reniega de la muerte y clama por una regeneración del cuerpo y del mundo? ¡Habemus obra maestra!” http://www.otroscines.com/festivales_detalle.php?idnota=3253&idsubseccion=73


Felizmente, la crítica de cine no es una ciencia exacta.

El coraje del pueblo


Continúa el ciclo dedicado al boliviano Jorge Sanjinés. Este lunes 14, el cine club de la Universidad Cayetano Heredia proyecta "El coraje del pueblo", realizada en 1971.

La función es a las 7 p.m. en Avenida Armendáriz 445, Miraflores. El ingreso es libre.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Déjame entrar


Déjame entrar (Låt den rätte komma in, 2008) es la tercera película de Tomas Alfredsson y la primera que veo de su filmografía. Se trata de la historia de Oskar, un niño de 12 años, ensimismado, que recorta notas policiales de los periódicos y que es agredido diariamente por un grupo de estudiantes en el colegio, y que hace amistad con su nueva vecina, Eli, una niña vampiro de la misma edad.


El único tópico que existe sobre los vampiros cinematográficos en este filme es que beben sangre. Por lo demás, Eli es una púber abandonada, sin amigos ni familia, que hiede, no tiene frío, que tiene un ayudante, un anciano que le consigue víctimas, y que no tiene ni pizca de glamour de los personajes de Ann Rice o de la estilización de Blade y compañía. Pero Alfredson aprovecha la oscuridad inherente al vampirismo para adentrarnos en un pequeño suburbio de Estocolmo en pleno invierno a mediados de los ochenta.


Déjame entrar, basada en una novela transgresora de John Ajvide Lindqvist, que no tiene nada que ver con la saga de Crepúsculo, ya que tiene elementos de pedofilia, prostitución, crímenes, etc, es más bien un relato de cómo dos púberes incomunicados rompen barreras personales y se van acercando mutuamente en un clima hostil que se va enrareciendo. Los adultos, profesores, padres o vecinos de la clase obrera viven en ambientes enviciados sin mayores razones, preocupados por la ola de muertes atribuidas a un asesino en serie. Alfredson no hace un filme de terror sino un drama psicológico, donde el tema de vampirismo sirve para expresar algún tipo de enajenación y solipsismo, de soledad e incomprensión. Los vampiros ya no pertenecen a una élite, no tienen títulos nobiliarios y más bien se parecen a homeless, parias u ocupas. El final es antológico.



Mónica Delgado (desde México)

domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Qué pasó ayer? y Excursiones


En 1970, John Cassavetes filmó “Maridos”, un drama plagado de situaciones humorísticas y absurdas o acaso una comedia de acentos graves. Que fuera drama o comedia daba lo mismo en un cine como el de Cassavetes, construido a partir de energías torrenciales antes que de secuencias bien estructuradas y humores netos. “Maridos” ha quedado como un filme de referencia, hito inevitable cuando se trata el asunto de las amistades masculinas que se retoman y se anudan como alternativas a las responsabilidades personales y las exigencias familiares.

Dos películas que están en cartelera hablan de ese asunto: “¿Qué pasó ayer?” (“The Hangover”), de Todd Phillips, y la argentina “Excursiones”, de Ezequiel Acuña, estrenada por el Centro Cultural de la Universidad Católica. En ambos casos, los protagonistas son amigos, varones, de treinta y pico de años, que se unen para realizar una actividad común. En “¿Qué pasó ayer?”, son cuatro divertidos sujetos que quieren romperla en una juerga en Las Vegas, justo antes del matrimonio de uno de ellos. En “Excursiones”, dos antiguos compañeros de colegio se encuentran muchos años después de su separación para preparar el montaje de una obra de teatro.

En verdad, más que cumplir la misión que los reúne lo que buscan es postergar –aunque sea de modo ilusorio y temporal- lo que vendrá en el resto de sus vidas: el matrimonio en una de ellas; la ruptura de la amistad, en la otra. El humor -más bien incómodo o angustioso- provocado por algunas situaciones de las películas nace de esa paradoja que consiste en querer pasarla bien porque luego nada volverá a ser igual. Como ocurría también en “Maridos”, errática travesía de tres amigos incapaces de volver a sus rutinas domésticas luego de enfrentarse a la realidad de la muerte repentina del entrañable cuarto miembro del grupo.

Pero salvo esa idea común, todo separa a “¿Qué pasó ayer?” de “Excursiones”.

“¿Qué pasó ayer?” es, junto con “Supercool”, es una de las mejores comedias del cine norteamericano reciente. Desde el arranque juega las cartas visibles del humor duro, la “sal gruesa” y hasta la escatología, pero la construcción de la película, el diseño de los personajes y el sentido de la acción superan cualquier complacencia en lo más basto.

El director Todd Phillips apuesta a lo inesperado. No vemos lo que las expectativas del género nos preparan para ver ni lo que solemos encontrar en una comedia de machos norteamericanos en una despedida de soltero. La juerga se transforma en un episodio extraviado, una agujero en el relato resuelto en una elipsis inesperada. Sigue la búsqueda ansiosa del novio extraviado y la memoria borrada de lo que pasó en la “noche gloriosa”.

En vez de opulentas chicas en topless y diversión en el estilo de “Wild On E!”, el giro principal de la acción ocurre a la “mañana siguiente”, cuando ya pasaron las cosas y nos vimos nada. Sólo encontramos a tres chiflados deambulando su resaca en una habitación de hotel que encierra a una gallina, a un tigre en el baño y a un bebe en el closet. Los seres más disímiles contemplando con perplejidad a los sobrevivientes de una noche extrema. Imposible dejar de evocar al avestruz que mira el desfile de la estupidez humana al final de “El fantasma de la libertad”, de Buñuel.

El resto de la película se desplaza de los casinos de Las Vegas al desierto y en el camino se encuentran con policías abusivos, una prostituta que es madre de gran corazón, Mike Tyson en persona, unos ninjas salidos de nadie sabe dónde, niños torturadores, un “padrino” asiático y los peligros del desierto del Mojave. El absurdo se acumula y la comedia se sazona con ingredientes extraños y hasta sádicos: el dolor físico, la sensación de estar varado en un lugar lejano, la mutilación de un diente practicada contra sí mismo por uno de los personajes, la imposibilidad de volver a casa.

Todo es enojoso pero a la vez exaltante: el caos perturba pero no deja de ser gratificante. Después de todo, esos manganzones (el mejor y más divertido es un actor que se llama Zack Galifianakis y hace de Alan) tienen tiempo y pretexto para cumplir con un deseo íntimo: postergar la vuelta al dominio de las exigencias matrimoniales que esperan al regreso de Las Vegas. Al final, todo se normaliza.

“Excursiones” es, en cambio, una comedia impávida. A primera vista parece uno de esos serísimos filmes de Jacques Rivette donde vemos el interminable y conflictivo ensayo de una obra teatral que se convierte en espejo y representación del pequeño mundo de los actores. Blanco y negro; encuadres de larga duración; ritmo relajado; actuaciones que lucen espontáneas, casi casuales; diálogos que parecen transcribir el tono coloquial de la charla de dos patitas de esquina. Estilo mínimo, pero controlado al máximo.

El humor surge de la disparidad de todos y cada uno de los elementos del filme: los personajes son treintones pero parecen fijados en la adolescencia; uno es soñador y el otro práctico; uno es exitoso y el otro no; uno pisa seguro, pero el otro tiene la torpeza de sus años de escolar; uno está volcado en el recuerdo de aquéllos años, el otro mira hacia delante; uno tiene ideales; el otro, compromisos. A lo que se añade el humor que nace de laconismo del estilo: somos testigos de lapsus, torpezas, broncas, reencuentros, separaciones, rupturas, decepciones, pero la película mantiene, a propósito, su gesto imperturbable. Es la gracia, una pizca melancólica, que tiene la expresión del que se mantiene impasible, como un clown triste, hasta en la peor decepción.
Ricardo Bedoya

Sanjinés en el cine club Cayetano Heredia


Este lunes 7, el cine club de la Universidad Cayetano Heredia presenta Yawar Mallku (Sangre de Cóndor) que el director boliviano Jorge Sanjinés filmó en 1969.

La función es a las 7 p.m. en Avenida Armendáriz 445, Miraflores. El ingreso es libre.

sábado, 5 de septiembre de 2009

La utopía interrumpida


Ventana indiscreta, la sala de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, ha programado desde el lunes el ciclo La utopia interrumpida -exhibido en el reciente Festival de Lima-, que agrupa cuatro documentales que no se pueden perder: "Cuba, el arte de la espera", de Eduardo Lamora; "Fragmentos rebelados", de David Blaustein; Regreso a Fortín Olmos, de Patricio Coll y Jorge Goldenberg, y "Memorial del 68", de Nicolás Echevarría.
La entrada es libre.